...la Biblia de Jerusalén
Marcos 3, 9-26
9 Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le
prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran.
10 Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le
echaban encima para tocarle.
11 Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y
gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»
12 Pero él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran.
13 Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él.
14 Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a
predicar
15 con poder de expulsar los demonios.
16 Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro;
17 a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a
quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno;
18 a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo,
Tadeo, Simón el Cananeo
19 y Judas Iscariote, el mismo que le entregó.
20 Vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que
no podían comer.
21 Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues
decían: «Está fuera de sí.»
22 Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído
por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios.»
23 El, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: «¿Cómo puede
Satanás expulsar a Satanás?
24 Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede
subsistir.
25 Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá
subsistir.
26 Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede
subsistir, pues ha llegado su fin.