Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Marcos 6, 1-55

1 Salió de allí y vino a su patria, y sus discípulos le siguen.

2 Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La
multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto?
y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por
sus manos?

3 ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago,
Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se
escandalizaban a causa de él.

4 Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en
su casa carece de prestigio.»

5 Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos
enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos.

6 Y se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno
enseñando.

7 Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles
poder sobre los espíritus inmundos.

8 Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni
pan, ni alforja, ni calderilla en la faja;

9 sino: «Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas.»

10 Y les dijo: «Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta
marchar de allí.


11 Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí
sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio
contra
ellos.»

12 Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran;

13 expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos
enfermos y los curaban.

14 Se enteró el rey Herodes, pues su nombre se había hecho célebre.
Algunos decían: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por
eso actúan en él fuerzas milagrosas.»

15 Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás
profetas.»

16 Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése
ha resucitado.»

17 Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le
había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su
hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.

18 Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer
de tu hermano.»

19 Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía,

20 pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo,
y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.

21 Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un
banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea.

22 Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a
Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme
lo que quieras y te lo daré.»

23 Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.»

24 Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y
ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.»

25 Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió:

«Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan
el
Bautista.»

26 El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa
del
juramento y de los comensales.

27 Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle
la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel

28 y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la
muchacha se la dio a su madre.

29 Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le
dieron sepultura.

30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que
habían hecho y lo que habían enseñado.

31 El, entonces, les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar
solitario, para descansar un poco.» Pues los que iban y venían eran muchos,
y no les quedaba tiempo ni para comer.

32 Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario.


33 Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron
allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos.

34 Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues
estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas
cosas.

35 Era ya una hora muy avanzada cuando se le acercaron sus
discípulos y le dijeron: «El lugar está deshabitado y ya es hora avanzada.

36 Despídelos para que vayan a las aldeas y pueblos del contorno a
comprarse de comer.»

37 El les contestó: «Dadles vosotros de comer.» Ellos le dicen:

«¿Vamos nosotros a comprar doscientos denarios de pan para darles de
comer?»

38 El les dice: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.» Después de haberse
cerciorado, le dicen: «Cinco, y dos peces.»

39 Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos sobre la
verde hierba.

40 Y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta.

41 Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al
cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los iba dando a
los
discípulos para que se los fueran sirviendo. También repartió entre todos los
dos peces.

42 Comieron todos y se saciaron.

43 Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los
peces.

44 Los que comieron los panes fueron 5.000 hombres.

45 Inmediatamente obligó a sus discípulos a subir a la barca y a ir por
delante hacia Betsaida, mientras él despedía a la gente.

46 Después de despedirse de ellos, se fue al monte a orar.

47 Al atardecer, estaba la barca en medio del mar y él, solo, en tierra.

48 Viendo que ellos se fatigaban remando, pues el viento les era
contrario, a eso de la cuarta vigilia de la noche viene hacia ellos caminando
sobre el mar y quería pasarles de largo.

49 Pero ellos viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un
fantasma y se pusieron a gritar,

50 pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero él, al instante,
les habló, diciéndoles: «¡Animo!, que soy yo, no temáis.»

51 Subió entonces donde ellos a la barca, y amainó el viento, y
quedaron en su interior completamente estupefactos,

52 pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba
embotada.

53 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron.
54 Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida,

55 recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos
en camillas adonde oían que él estaba.