Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Marcos 8, 21-38

21 Y continuó: «¿Aún no entendéis?»

22 Llegan a Betsaida. Le presentan un ciego y le suplican que le
toque.

23 Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y
habiéndole puesto saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntaba:

«¿Ves algo?»

24 El, alzando la vista, dijo: «Veo a los hombres, pues los veo como
árboles, pero que andan.»

25 Después, le volvió a poner las manos en los ojos y comenzó a ver
perfectamente y quedó curado, de suerte que veía de lejos claramente todas
las cosas.

26 Y le envió a su casa, diciéndole: «Ni siquiera entres en el pueblo.»


27 Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de
Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen
los hombres que soy yo?»

28 Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías;
otros, que uno de los profetas.»

29 Y él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro
le contesta: «Tú eres el Cristo.»

30 Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él.

31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho
y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser
matado y resucitar a los tres días.

32 Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a
reprenderle.

33 Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro,
diciéndole: «¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son
los de Dios, sino los de los hombres.»

34 Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo:
«Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz y
sígame.

35 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su
vida por mí y por el Evangelio, la salvará.

36 Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su

vida?

37 Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?

38 Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta

generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará
de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.»