15 Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está
deshabitado, y la hora es ya pasada. Despide, pues, a la gente,
para que
vayan a los pueblos y se compren comida.»
16 Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros
de comer.»
17 Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos
peces.»
18 El dijo: «Traédmelos acá.»
19 Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco
panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición
y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente.
20 Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes
doce canastos llenos.
21 Y los que habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar
mujeres y niños.
22 Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por
delante de él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
23 Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al
atardecer estaba solo allí.
24 La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios,
zarandeada por las olas, pues el viento era contrario.
25 Y a la cuarta vigilia de la noche vino él hacia ellos, caminando
sobre el mar.
26 Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y
decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar.
27 Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Animo!, que soy yo; no
temáis.»
28 Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre
las aguas.»
29 «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre
las aguas, yendo hacia Jesús.
30 Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como
comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!»
31 Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de
poca fe, ¿por qué dudaste?»
32 Subieron a la barca y amainó el viento.
33 Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: