Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Mateo 15, 14-35

14 Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro
ciego, los dos caerán en el hoyo.»

15 Tomando Pedro la palabra, le dijo: «Explícanos la parábola.»
16 El dijo: «¿También vosotros estáis todavía sin inteligencia?

17 ¿No comprendéis que todo lo que entra en la boca pasa al vientre y
luego se echa al excusado?

18 En cambio lo que sale de la boca viene de dentro del corazón, y eso
es lo que contamina al hombre.

19 Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos,
adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias.


20 Eso es lo que contamina al hombre; que el comer sin lavarse las
manos no contamina al hombre.»

21 Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón.
22 En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio,

gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija
está
malamente endemoniada.»

23 Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le
rogaban: «Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.»

24 Respondió él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas
de la casa de Israel.»

25 Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor,
socórreme!»

26 El respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a
los perritos.»

27 «Sí, Señor - repuso ella -, pero también los perritos comen de las
migajas que caen de la mesa de sus amos.»

28 Entonces Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda
como deseas.» Y desde aquel momento quedó curada su hija.

29 Pasando de allí Jesús vino junto al mar de Galilea; subió al monte y
se sentó allí.

30 Y se le acercó mucha gente trayendo consigo cojos, lisiados,
ciegos, mudos y otros muchos; los pusieron a sus pies, y él los curó.

31 De suerte que la gente quedó maravillada al ver que los mudos
hablaban, los lisiados quedaban curados, los cojos caminaban y los ciegos
veían; y glorificaron al Dios de Israel.

32 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la
gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué
comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en
el
camino.»

33 Le dicen los discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan
suficiente para saciar a una multitud tan grande?»

34 Díceles Jesús: «¿Cuántos panes tenéis?» Ellos dijeron: «Siete, y
unos pocos pececillos.»

35 El mandó a la gente acomodarse en el suelo.