3 Entonces los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se
reunieron en el palacio del Sumo Sacerdote, llamado Caifás;
4 y resolvieron prender a Jesús con engaño y darle muerte.
5 Decían sin embargo: «Durante la fiesta no, para que no haya
alboroto en el pueblo.»
6 Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso,
7 se acercó a él una mujer que traía un frasco de alabastro, con
perfume muy caro, y lo derramó sobre su cabeza mientras estaba a la mesa.
8 Al ver esto los discípulos se indignaron y dijeron: «¿Para qué este
despilfarro?
9 Se podía haber vendido a buen precio y habérselo dado a los
pobres.»
10 Mas Jesús, dándose cuenta, les dijo: «¿Por qué molestáis a esta
mujer? Pues una “obra buena” ha hecho conmigo.
11 Porque pobres tendréis siempre con vosotros, pero a mí no me
tendréis siempre.
12 Y al derramar ella este ungüento sobre mi cuerpo, en vista de mi
sepultura lo ha hecho.
13 Yo os aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en
el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria
suya.»
14 Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los
sumos sacerdotes,
15 y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le
asignaron treinta monedas de plata.
16 Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para
entregarle.
17 El primer día de los Azimos, los discípulos se acercaron a Jesús y
le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el
cordero de Pascua?»
18 El les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: “El Maestro
dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua
con mis
discípulos.”»
19 Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y
prepararon la Pascua.