Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Mateo 26, 30-48

30 Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.

31 Entonces les dice Jesús: «Todos vosotros vais a escandalizaros de
mí esta noche, porque está escrito: = Heriré al pastor y se dispersarán las
ovejas del rebaño =.

32 Mas después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea.»
33 Pedro intervino y le dijo: «Aunque todos se escandalicen de ti, yo

nunca me escandalizaré.»

34 Jesús le dijo: «Yo te aseguro: esta misma noche, antes que el gallo
cante, me habrás negado tres veces.»

35 Dícele Pedro: «Aunque tenga que morir contigo, yo no te negaré.»
Y lo mismo dijeron también todos los discípulos.

36 Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y
dice a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.»

37 Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó
a sentir tristeza y angustia.

38 Entonces les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir;
quedaos aquí y velad conmigo.»

39 Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así:

«Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo
quiero, sino como quieras tú.»

40 Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y
dice a Pedro: «¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?

41 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está
pronto, pero la carne es débil.»

42 Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta
copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.»

43 Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban
cargados.

44 Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas
palabras.

45 Viene entonces donde los discípulos y les dice: «Ahora ya podéis
dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va
a ser entregado en manos de pecadores.

46 ¡Levantaos!, ¡vámonos! Mirad que el que me va a entregar está
cerca.»

47 Todavía estaba hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce,
acompañado de un grupo numeroso con espadas y palos, de parte de los
sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo.


48 El que le iba a entregar les había dado esta señal: «Aquel a quien
yo dé un beso, ése es; prendedle.»