Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Mateo 27, 6-40

6 Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «No es
lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque son precio de sangre.»

7 Y después de deliberar, compraron con ellas el Campo del Alfarero
como lugar de sepultura para los forasteros.

8 Por esta razón ese campo se llamó «Campo de Sangre», hasta hoy.

9 Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: = «Y tomaron
las treinta monedas de plata, cantidad en que fue apreciado aquel a quien
pusieron precio algunos hijos de Israel, =

10 = y las dieron por el Campo del Alfarero, según lo que me ordenó
el Señor.» =

11 Jesús compareció ante el procurador, y el procurador le preguntó:

«¿Eres tú el Rey de los judíos?» Respondió Jesús: «Sí, tú lo dices.»

12 Y, mientras los sumos sacerdotes y los ancianos le acusaban, no
respondió nada.

13 Entonces le dice Pilato: «¿No oyes de cuántas cosas te acusan?»

14 Pero él a nada respondió, de suerte que el procurador estaba muy
sorprendido.

15 Cada Fiesta, el procurador solía conceder al pueblo la libertad de
un preso, el que quisieran.

16 Tenían a la sazón un preso famoso, llamado Barrabás.

17 Y cuando ellos estaban reunidos, les dijo Pilato: «¿A quién queréis
que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo?»,


18 pues sabía que le habían entregado por envidia.

19 Mientras él estaba sentado en el tribunal, le mandó a decir su
mujer: «No te metas con ese justo, porque hoy he sufrido mucho en sueños
por su causa.»

20 Pero los sumos sacerdotes y los ancianos lograron persuadir a la
gente que pidiese la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús.

21 Y cuando el procurador les dijo: «¿A cuál de los dos queréis que os
suelte?», respondieron: «¡A Barrabás!»

22 Díceles Pilato: «Y ¿qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?»
Y todos a una: «¡Sea crucificado!» -

23 «Pero ¿qué mal ha hecho?», preguntó Pilato. Mas ellos seguían
gritando con más fuerza: «¡Sea crucificado!»

24 Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se
promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la
gente
diciendo: «Inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis.»

25 Y todo el pueblo respondió: «¡Su sangre sobre nosotros y sobre
nuestros hijos!»

26 Entonces, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarle, se lo
entregó para que fuera crucificado.

27 Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al
pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte.

28 Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura;

29 y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza,
y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de
él, le
hacían burla diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!»;

30 y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la
cabeza.

31 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron
sus ropas y le llevaron a crucificarle.

32 Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le
obligaron a llevar su cruz.

33 Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, «Calvario»,

34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero él, después de
probarlo, no quiso beberlo.

35 Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos, echando a
suertes.

36 Y se quedaron sentados allí para custodiarle.

37 Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena:

«Este es Jesús, el Rey de los judíos.»

38 Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la
derecha y otro a la izquierda.

39 Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y
diciendo:

40 «Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a
ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!»