10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de
ellos es el Reino de los Cielos.
11 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan
con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
12 Alegráos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en
los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a
vosotros.
13 «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con
qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada
afuera y
pisoteada por los hombres.
14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad
situada en la cima de un monte.
15 Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del
celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en
la casa.
16 Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
17 «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he
venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
18 Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o
una tilde de la Ley sin que todo suceda.
19 Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más
pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de
los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el
Reino de los Cielos.
20 «Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los
escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
21 «Habéis oído que se dijo a los antepasados: = No matarás; = y
aquel que mate será reo ante el tribunal.