2 acudirán naciones numerosas y dirán: «Venid, subamos al monte de
Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos, y
nosotros sigamos sus senderos». Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén
la palabra de Yahveh.
3 El juzgará entre pueblos numerosos, y corregirá a naciones
poderosas; forjarán ellas sus espadas en azadones, y sus
lanzas en
podaderas. No blandirá más la espada nación contra nación, ni
se
adiestrarán más para la guerra.
4 Se sentará cada cual bajo su parra, y bajo su higuera, sin que nadie le
inquiete, ¡la boca de Yahveh Sebaot ha hablado!
5 Pues todos los pueblos caminan cada uno en el nombre de sus
dioses, pero nosotros caminamos en el nombre de Yahveh nuestro Dios,
para siempre jamás.
6 Aquel día - oráculo de Yahveh - yo recogeré a la oveja coja, reuniré
a la perseguida, y a la que yo había maltratado.
7 De las cojas haré un Resto, de las alejadas una nación fuerte.
Entonces reinará Yahveh sobre ellos en el monte Sión, desde ahora y por
siempre.
8 Y tú, Torre del Rebaño, Ofel de la hija de Sión, va a venir,
va a
entrar en ti el dominio de antaño, la realeza de la hija de Jerusalén.
9 Y ahora, ¿por qué clamas? ¿es que no hay rey en ti? ¿Ha perecido tu
consejero, que un espasmo te atenaza cual de mujer en parto?
10 ¿Retuércete y grita, hija de Sión, como mujer en parto, porque
ahora vas a salir de la ciudad, y en el campo morarás. Llegarás hasta Babel,
y allí serás liberada, y allí te rescatará Yahveh de la mano de tus enemigos.