16 En Jerusalén, algunos tirios que habitan en ella traían pescado y
toda clase de mercancías para vendérselas a los judíos en día de sábado,
17 Reprendí a los notables de Judá diciendo: «¡Qué mala acción
cometéis profanando el día del sábado!
18 ¿No fue así como obraron vuestros padres y por lo que nuestro
Dios hizo caer toda esta desgracia sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¡Y
vosotros aumentáis así la Cólera contra Israel profanando el sábado!»
19 Así que ordené que cuando la sombra cubriese las puertas de
Jerusalén, la víspera del sábado se cerrasen las puertas, y que no se abriesen
hasta después del sábado. Y puse junto a las puertas a algunos de
mis
hombres para que no entrase carga alguna en día de sábado.
20 Una o dos veces, algunos mercaderes que vendían toda clase de
mercancías pasaron la noche fuera de Jerusalén,
21 pero yo les avisé diciéndoles: «¿Por qué pasáis la noche junto a la
muralla? ¡Si volvéis a hacerlo, os meteré mano!» Desde entonces no
volvían más en sábado.
22 Ordené también a los levitas purificarse y venir a guardar las
puertas, para santificar el sábado. ¡También por esto acuérdate de mí, Dios
mío, y ten piedad de mí según tu gran misericordia!
23 Vi también en aquellos días que algunos judíos se habían casado
con mujeres asdoditas, ammonitas o moabitas.
24 De sus hijos, la mitad hablaban asdodeo o la lengua de uno u otro
pueblo, pero no sabían ya hablar judío.