12 Respondieron ellos: «Restituiremos y no les reclamaremos ya
nada; haremos como tú has dicho.» Entonces llamé a los sacerdotes y les
hice jurar que harían seguir esta promesa.
13 Luego sacudí los pliegues de mi manto diciendo: «¡Así sacuda
Dios, fuera de su casa y de su hacienda, a todo aquel que no mantenga esta
palabra: así sea sacudido y despojado!» Toda la asamblea respondió:
«¡Amén!», y alabó a Yahveh. Y el pueblo cumplió esta palabra.
14 Además, desde el día en que el rey me mandó ser gobernador del
país de Judá, desde el año veinte hasta el 32 del rey Artajerjes, durante doce
años, ni yo ni mis hermanos comimos jamás del pan del gobernador.
15 En cambio los gobernadores anteriores que me precedieron
gravaban al pueblo: cada día percibían de él, como contribución por el pan,
cuarenta siclos de plata; también sus servidores oprimían al pueblo.
Pero
yo, por temor de Dios, no hice nunca esto.
16 Además he ayudado a la obra de la reparación de esta muralla, y,
aunque no he adquirido campos, toda mi gente estaba también
allí
colaborando en la tarea.