4 Y otros decían: «Tenemos que pedir prestado dinero a cuenta de
nuestros campos y de nuestras viñas para el impuesto del rey;
5 y siendo así que tenemos la misma carne que nuestros hermanos, y
que nuestros hijos son como sus hijos, sin embargo tenemos que entregar
como esclavos a nuestros hijos y a nuestras hijas; ¡hay incluso entre
nuestras hijas quienes son deshonradas! Y no podemos hacer nada, ya que
nuestros campos y nuestras viñas pertenecen a otros.»
6 Yo me indigné mucho al oír su queja y estas palabras.
7 Tomé decisión en mi corazón de reprender a los notables y a los
consejeros, y les dije: «¡Qué carga impone cada uno de vosotros a
su
hermano!» Congregué contra ellos una gran asamblea,
8 y les dije: «Nosotros hemos rescatado, en la medida de nuestras
posibilidades, a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos a
las
naciones. ¡Y ahora sois vosotros los que vendéis a vuestros hermanos para
que nosotros los rescatemos!» Ellos callaron sin saber qué responder.