3 Por eso les envié mensajeros para decirles: «Estoy ocupado en una
obra importante y no puedo bajar; ¿por qué voy a dejar que la obra se pare
abandonándola para bajar donde vosotros?»
4 Cuatro veces me enviaron el mismo recado, y yo di la misma
respuesta.
5 Entonces Samballat me envió a decir por quinta vez lo mismo por
un criado suyo que traía una carta abierta
6 en la que estaba escrito: «Se oye entre las naciones, y así lo afirma
Gasmu, el rumor de que tú y los judíos estáis pensando sublevaros;
que
para ello reconstruyes la muralla y tratas de hacerte su rey,
7 que incluso has designado profetas para proclamar acerca de ti en
Jerusalén: ¡Judá tiene rey! Estos rumores van a ser oídos por el rey; así que
ven para que tomemos consejo juntos.»
8 Pero yo les mandé decir: «No hay nada de eso que dices; son
invenciones de tu corazón.»
9 Porque lo que querían era meternos miedo, pensando:
«Desfallecerán sus manos y no acabarán la obra.» Pero, por el contrario, yo
me reafirmé más.
10 Había ido yo a casa de Semaías, hijo de Delaías, hijo Mehetabel,
que se encontraba detenido. Dijo él: «Démonos cita en la Casa de Dios, en
el interior del santuario; cerremos las puertas del santuario; porque
van a
venir a matarte, esta misma noche vienen a matarte.»