8 Pero yo les mandé decir: «No hay nada de eso que dices; son
invenciones de tu corazón.»
9 Porque lo que querían era meternos miedo, pensando:
«Desfallecerán sus manos y no acabarán la obra.» Pero, por el contrario, yo
me reafirmé más.
10 Había ido yo a casa de Semaías, hijo de Delaías, hijo Mehetabel,
que se encontraba detenido. Dijo él: «Démonos cita en la Casa de Dios, en
el interior del santuario; cerremos las puertas del santuario; porque
van a
venir a matarte, esta misma noche vienen a matarte.»