2 Decían: «¿Es que Yahveh no ha hablado más que con Moisés? ¿No
ha hablado también con nosotros?» Y Yahveh lo oyó.
3 Moisés era un hombre muy humilde, más que hombre alguno sobre
la haz de la tierra.
4 De improviso, Yahveh dijo a Moisés, a Aarón y a María: «Salid los
tres a la Tienda del Encuentro.» Y salieron los tres.
5 Bajó Yahveh en la columna de Nube y se quedó a la puerta de la
Tienda. Llamó a Aarón y a María y se adelantaron los dos.
6 Dijo Yahveh: «Escuchad mis palabras: Si hay entre vosotros un
profeta, en visión me revelo a él, y hablo con él en sueños.
7 No así con mi siervo Moisés: él es de toda confianza en mi casa;
8 boca a boca hablo con él, abiertamente y no enigmas, y contempla la
imagen de Yahveh. ¿Por qué, pues, habéis osado hablar contra mi
siervo
Moisés?»
9 Y se encendió la ira de Yahveh contra ellos. Cuando se marchó,
10 y la Nube se retiró de encima de la Tienda, he aquí que María
estaba leprosa, blanca como la nieve. Aarón se volvió hacia María y vio que
estaba leprosa.
11 Y dijo Aarón a Moisés: «Perdón, Señor mío, no cargues sobre
nosotros el pecado que neciamente hemos cometido.
12 Por favor, que no sea ella como quien nace muerto del seno de su
madre, con la carne medio consumida.»