9 No os rebeléis contra Yahveh, ni temáis a la gente del país, porque
son pan comido. Se ha retirado de ellos su sombra, y en cambio
Yahveh
está con nosotros. No tengáis miedo.»
10 Toda la comunidad hablaba de apedrearlos, cuando la gloria de
Yahveh se apareció en la Tienda del Encuentro, a todos los israelitas.
11 Y dijo Yahveh a Moisés: «¿Hasta cuándo me va a despreciar este
pueblo? ¿Hasta cuándo van a desconfiar de mí, con todas las señales que he
hecho entre ellos?
12 Los heriré de peste y los desheredaré. Pero a ti te convertiré en un
pueblo más grande y poderoso que ellos.»
13 Moisés respondió a Yahveh: «Pero los egipcios saben muy bien
que, con tu poder, sacaste a este pueblo de en medio de ellos.
14 Se lo han contado a los habitantes de este país. Estos se han
enterado de que tú, Yahveh, estás en medio de este pueblo, y te das a ver
cara a cara; de que tú, Yahveh, permaneces en tu Nube sobre ellos,
y
caminas delante de ellos de día en la columna de Nube, y por la noche en la
columna de fuego.
15 Si haces perecer a este pueblo como un solo hombre, dirán los
pueblos que han oído hablar de ti:
16 Yahveh, como no ha podido introducir a ese pueblo en la tierra que
les había prometido con juramento, los ha matado en el desierto.”
17 Muestra, pues, ahora tu poder, mi Señor, como prometiste
diciendo:
18 Yahveh es tardo a la cólera y rico en bondad, tolera iniquidad y
rebeldía; aunque nada deja sin castigo, castigando la iniquidad de los padres
en los hijos hasta la tercera y cuarta generación.”
19 Perdona, pues, la iniquidad de este pueblo conforme a la grandeza
de tu bondad, como has soportado a este pueblo desde Egipto hasta aquí.»
20 Dijo Yahveh: «Le perdono, según tus palabras.
21 Pero, vivo yo y la gloria de Yahveh llena toda la tierra,
22 que ninguno de los que han visto mi gloria y las señales que he
realizado en Egipto y en el desierto, que me han puesto a prueba ya diez
veces y no han escuchado mi voz,
23 verá la tierra que prometí con juramento a sus padres. No la verá
ninguno de los que me han despreciado.
24 Pero a mi siervo Caleb, ya que fue animado de otro espíritu y me
obedeció puntualmente, le haré entrar en la tierra donde estuvo, y su
descendencia la poseerá.
25 El amalecita y el cananeo habitan en el llano. Mañana, volveos y
partid para el desierto, camino del mar de Suf.»
26 Yahveh habló a Moisés y Aarón y dijo:
27 «¿Hasta cuándo esta comunidad perversa, que está murmurando
contra mí? He oído las quejas de los israelitas, que están murmurando
contra mí.
28 Diles: Por mi vida - oráculo de Yahveh - que he de hacer con
vosotros lo que habéis hablado a mis oídos.
29 Por haber murmurado contra mí, en este desierto caerán vuestros
cadáveres, los de todos los que fuisteis revistados y contados, de
veinte
años para arriba.
30 Os juro que no entraréis en la tierra en la que, mano en alto, juré
estableceros. Sólo a Caleb, hijo de Yefunné y a Josué, hijo de Nun,