2 «Di a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, que saque los incensarios de
entre las cenizas y esparza el fuego a distancia,
3 porque esos incensarios de pecado están consagrados a precio de la
vida de esos hombres. Haced con ellos láminas de metal, para cubrir
el
altar, pues fueron presentados a Yahveh y consagrados. Serán una señal
para los israelitas.»
4 Tomó el sacerdote Eleazar los incensarios de bronce que habían
presentado los que fueron abrasados, y los laminó con destino al altar.
5 Sirven para recordar a los israelitas que no se acerque ningún laico,
que no sea de la descendencia de Aarón, a ofrecer el incienso
delante de
Yahveh; no le ocurra lo que a Coré y a su cuadrilla, según se lo había dicho
Yahveh por medio de Moisés.
6 Al día siguiente, murmuró toda la comunidad de los israelitas contra
Moisés y Aarón, diciendo: «Vosotros habéis matado al pueblo de Yahveh.»
7 Como se amotinaba la comunidad contra Moisés y Aarón, se
volvieron éstos hacia la Tienda del Encuentro. Y vieron que la Nube
la
había cubierto y se había aparecido la gloria de Yahveh.
8 Moisés y Aarón se llegaron hasta delante de la Tienda
del
Encuentro.
9 Yahveh habló a Moisés y le dijo:
10 «Alejaos de esa comunidad, que voy a consumirlos en un instante.»
Ellos cayeron rostro en tierra.
11 Dijo entonces Moisés a Aarón: «Toma el incensario, ponle fuego
del que hay sobre el altar, echa incienso y vete rápidamente donde
la
comunidad a expiar por ellos. Porque ha salido ya la Cólera de la presencia
de Yahveh y ha comenzado la Plaga.»
12 Aarón lo tomó como le había dicho Moisés y corrió a ponerse en
medio de la asamblea; la Plaga había comenzado ya en el pueblo. Echó el
incienso e hizo la expiación por el pueblo.