18 Si le hiere con un instrumento de madera como para matarle, y
muere, es un homicida. El homicida debe morir.
19 El mismo vengador de la sangre dará muerte al homicida: en
cuanto le encuentre, lo matará.
20 Si el homicida lo ha matado por odio, o le ha lanzado algo con
intención, y muere,
21 o si por enemistad le ha golpeado con las manos, y muere, el que le
ha herido tiene que morir: es un homicida. El vengador de la sangre dará
muerte al homicida en cuanto le encuentre.
22 Pero si lo derribó de casualidad y sin enemistad, o le lanzó
cualquier objeto sin ninguna mala intención,
23 o le tiró, sin verle, una piedra capaz de matarle, y le causó
la
muerte, sin que fuera su enemigo ni buscara su daño,
24 la comunidad juzgará entre el homicida y el vengador de la sangre
según estas normas,
25 y salvará la comunidad al homicida de la mano del vengador de la
sangre. Le hará volver la comunidad a la ciudad de asilo en la
que se
refugió y en ella vivirá hasta que muera el Sumo Sacerdote ungido con el
óleo santo.
26 Pero si sale el homicida de los límites de la ciudad de asilo en que
se ha refugiado,
27 y le encuentra el vengador de la sangre fuera del término de su
ciudad de asilo, el vengador de la sangre podrá matar al homicida, sin ser
responsable de su sangre,
28 porque aquél debía permanecer en la ciudad de asilo hasta la
muerte del Sumo Sacerdote. Cuando muera el Sumo Sacerdote, el homicida
podrá volver a la tierra de su propiedad.
29 Esto será norma de derecho para vosotros y para vuestros
descendientes, dondequiera que habitéis.
30 En cualquier caso de homicidio, se matará al homicida según la
declaración de los testigos; pero un solo testigo no bastará para condenar a
muerte a un hombre.
31 No aceptaréis rescate por la vida de un homicida reo de muerte,
pues debe morir.
32 Tampoco aceptaréis rescate por el que se ha refugiado en la ciudad
de asilo y quiere volver a habitar en su tierra antes que muera el
Sumo
Sacerdote.
33 No profanaréis la tierra en que estáis, porque aquella sangre
profana la tierra, y la tierra no queda expiada de la sangre derramada más
que con la sangre del que la derramó.