10 «Habla a los israelitas y diles: Cuando paséis el Jordán hacia la
tierra de Canaán,
11 encontraréis ciudades de las que haréis ciudades de asilo: en ellas
se refugiará el homicida, el que ha herido a un hombre por inadvertencia.
12 Esas ciudades os servirán de asilo contra el vengador; no debe
morir el homicida hasta que comparezca ante la comunidad para ser
juzgado.
13 De las ciudades que les cedáis, seis ciudades serán de asilo:
14 tres ciudades les cederéis al otro lado del Jordán y tres ciudades en
el país de Canaán; serán ciudades de asilo.
15 Las seis ciudades serán de asilo tanto para los israelitas como para
el forastero y para el huésped que viven en medio de vosotros, para que se
pueda refugiar en ellas todo aquel que haya matado a un hombre por
inadvertencia.
16 Pero si le ha herido con un instrumento de hierro, y muere, es un
homicida. El homicida debe morir.
17 Si le hiere con una piedra como para causar la muerte con ella, y
muere, es homicida. El homicida debe morir.
18 Si le hiere con un instrumento de madera como para matarle, y
muere, es un homicida. El homicida debe morir.
19 El mismo vengador de la sangre dará muerte al homicida: en
cuanto le encuentre, lo matará.
20 Si el homicida lo ha matado por odio, o le ha lanzado algo con
intención, y muere,
21 o si por enemistad le ha golpeado con las manos, y muere, el que le
ha herido tiene que morir: es un homicida. El vengador de la sangre dará
muerte al homicida en cuanto le encuentre.
22 Pero si lo derribó de casualidad y sin enemistad, o le lanzó
cualquier objeto sin ninguna mala intención,
23 o le tiró, sin verle, una piedra capaz de matarle, y le causó
la
muerte, sin que fuera su enemigo ni buscara su daño,