2 «Manda a los israelitas que echen del campamento a todo leproso, al
que padece flujo y a todo impuro por contacto de cadáver.
3 Los has de echar, sean hombre o mujer; fuera del campamento los
echarás, para que no contaminen sus campamentos, donde yo habito en
medio de ellos.»
4 Así lo hicieron los israelitas: los echaron fuera del campamento. Los
israelitas lo hicieron tal como había dicho Yahveh a Moisés.
5 Yahveh habló a Moisés y le dijo:
6 «Habla a los israelitas: Si un hombre o una mujer comete cualquier
pecado en perjuicio de otro, ofendiendo a Yahveh, el tal será reo de delito.
7 Confesará el pecado cometido y restituirá la suma de que es deudor,
más un quinto. Se la devolverá a aquel de quien es deudor.
8 Y si el hombre no tiene pariente a quien se pueda restituir, la suma
que en tal caso se ha de restituir a Yahveh, será para el sacerdote; aparte del
carnero expiatorio con que el sacerdote expiará por él.
9 Y toda ofrenda reservada de lo que los hijos de Israel consagran y
presentan al sacerdote, será para éste.
10 Lo que cada uno consagra, es suyo; pero lo que se presenta al
sacerdote, es para el sacerdote.»
11 Yahveh habló a Moisés y le dijo:
12 «Habla a los israelitas. Diles: Cualquier hombre cuya mujer se
haya desviado y le haya engañado:
13 ha dormido un hombre con ella con relación carnal a ocultas del
marido; ella se ha manchado en secreto, no hay ningún testigo, no ha sido
sorprendida;
14 si el marido es atacado de celos y recela de su mujer, que
efectivamente se ha manchado; o bien le atacan los celos y se siente celoso
de su mujer, aunque ella no se haya manchado;
15 ese hombre llevará a su mujer ante el sacerdote y presentará por
ella la ofrenda correspondiente: una décima de medida de harina de cebada.
No derramará aceite sobre la ofrenda, ni la pondrá incienso, pues es
«oblación de celos», oblación conmemorativa para recordar una falta.