25 El sacerdote tomará entonces de la mano de la mujer la oblación de
los celos, mecerá la oblación delante de Yahveh y la presentará en el altar.
26 El sacerdote tomará de la oblación un puñado, el memorial, y lo
quemará sobre el altar, y le hará beber a la mujer las aguas.
27 Cuando le haga beber de las aguas, si la mujer está manchada y de
hecho ha engañado a su marido, cuando entren en ella las aguas funestas le
serán amargas: se inflará su vientre, languidecerán sus caderas y será mujer
de maldición en medio de su pueblo.
28 Pero si la mujer no se ha manchado, sino que es pura, estará exenta
de toda culpa y tendrá hijos.
29 Este es el rito de los celos, para cuando una mujer, después de estar
bajo la potestad de su marido, se haya desviado y manchado;
30 o para cuando un hombre, atacado de celos, recele de su mujer:
entonces pondrá a su mujer en presencia de Yahveh y el sacerdote realizará
con ella todo este rito.
31 El marido estará exento de culpa, y la mujer cargará con la suya.»