26 El sacerdote tomará de la oblación un puñado, el memorial, y lo
quemará sobre el altar, y le hará beber a la mujer las aguas.
27 Cuando le haga beber de las aguas, si la mujer está manchada y de
hecho ha engañado a su marido, cuando entren en ella las aguas funestas le
serán amargas: se inflará su vientre, languidecerán sus caderas y será mujer
de maldición en medio de su pueblo.
28 Pero si la mujer no se ha manchado, sino que es pura, estará exenta
de toda culpa y tendrá hijos.