2 Su corazón es doble, mas ahora van a expiar; él romperá sus altares,
demolerá sus estelas.
3 Entonces dirán: «No tenemos rey, porque no hemos temido a
Yahveh, y el rey, ¿qué haría por nosotros?
4 Pronuncian palabras, juramentos vanos, conclusión de alianzas, y el
juicio florece como hierba venenosa en los surcos del campo.
5 Por el becerro de Bet Aven tiemblan los habitantes de Samaria; sí,
por él hace duelo su pueblo, por él sus sacerdotes: ¡que exulten
por su
gloria, porque ha emigrado lejos de él!
6 El también será llevado a Asiria, como ofrenda para el gran rey.
Efraím recogerá vergüenza, e Israel quedará corrida de su plan.
agua.
7 ¡Se ha acabado Samaria! Su rey es como espuma sobre la haz del
8 Serán destruidos los altos de Aven, el pecado de Israel. Espinas
y
zarzas treparán por sus altares. Dirán entonces a los montes: «¡Cubridnos!»
y a las colinas: «¡Caed sobre nosotros!»
9 Desde los días de Guibeá, has pecado, Israel, ¡allí se han plantado!
¿No los alcanzará en Guibeá la guerra, a los hijos de la injusticia?
10 Voy a venir a visitarlos, y se aliarán pueblos contra ellos, cuando
sean visitados por su doble culpa.
11 Efraím era una novilla domesticada, que gustaba de la trilla; yo
pasé el yugo sobre su hermoso cuello; uncí el carro a Efraím, Judá araba,
Jacob rastrillaba.