1 El número de los hijos de Israel será como la arena del mar, que no
se mide ni se cuenta. Y en el lugar mismo donde se les decía
«No-mi-
pueblo», se les dirá: «Hijos-de-Dios-vivo.»
2 Se juntarán los hijos de Judá y los hijos de Israel en uno, se pondrán
un solo jefe, y desbordarán de la tierra, porque será grande el día de Yizreel.
3 Decid a vuestros hermanos: «Mi pueblo», y a vuestras hermanas:
«Compadecida».
4 ¡Pleitead con vuestra madre, pleitead, porque ella ya no es mi mujer,
y yo no soy su marido! ¡Que quite de su rostro sus prostituciones y de entre
sus pechos sus adulterios;
5 no sea que yo la desnude toda entera, y la deje como el día en que
nació, la ponga hecha un desierto, la reduzca a tierra árida, y la haga morir
de sed!
6 Ni de sus hijos me compadeceré, porque son hijos de prostitución.
7 Pues su madre se ha prostituido, se ha deshonrado la que los
concibió, cuando decía: «Me iré detrás de mis amantes, los que me dan mi
pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas.»
8 Por eso, yo cercaré su camino con espinos, la cercaré con seto y no
encontrará más sus senderos;
9 perseguirá a sus amantes y no los alcanzará, los buscará y no los
hallará. Entonces dirá: «Voy a volver a mi primer marido, que entonces me
iba mejor que ahora.»