3 Por eso, la tierra está en duelo, y se marchita cuanto en ella habita,
con las bestias del campo y las aves del cielo; y hasta los peces
del mar
desaparecen.
4 ¡Pero nadie pleitee ni reprenda nadie, pues sólo contigo, sacerdote,
es mi pleito!
5 En pleno día tropezarás tú, también el profeta tropezará contigo en la
noche, y yo haré perecer a tu madre.