2 Ni la era ni el lagar los alimentarán, y el mosto los dejará corridos.
3 No habitarán ya en la tierra de Yahveh: Efraím volverá a Egipto, y
en Asiria comerán viandas impuras.
4 No harán a Yahveh libaciones de vino, ni sus sacrificios le serán
gratos: cual pan de duelo será para ellos, cuantos lo coman se harán
impuros; pues su pan será para ellos solos, no entrará en la Casa de Yahveh.
5 ¿Qué haréis el día de solemnidad, el día de la fiesta de Yahveh?
6 Vedlos que han escapado de la devastación: Egipto los recogerá,
Menfis los sepultará; sus tesoros de plata, la ortiga los heredará,
la zarza
llenará sus tiendas.
7 Han llegado los días de la visita, han llegado los días de la
retribución. ¡Lo sabrá Israel! - «¡El profeta es un necio, un loco el hombre
del espíritu!» - Por la grandeza de tu culpa, grande será la hostilidad.
8 Vigila a Efraím, con mi Dios, el profeta: lazos se le tienden en todos
sus caminos, hostilidad en la Casa de su Dios.
9 Han llegado al fondo de la corrupción, como en los días de Guibeá;
él recordará sus culpas y visitará sus pecados.
10 Como uvas en desierto encontré yo a Israel, como breva de higuera
en sus primicias vi a vuestros padres. Pero al llegar ellos a Baal
Peor se
consagraron a la Infamia, y se hicieron abominables como el objeto de su
amor.
11 A Efraím, como un pájaro, se le vuela su gloria, desde
el
nacimiento, desde el seno, desde la concepción.
12 Y aunque críen a sus hijos, yo les privaré de ellos antes que
se
hagan hombres: y ¡ay de ellos también cuando yo los abandone!