...la Biblia de Jerusalén
Proverbios 1, 8-26
8 Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre y no desprecies la
lección de tu madre:
9 corona graciosa son para tu cabeza y un collar para tu cuello.
10 Hijo mío, si los pecadores te quieren seducir, no vayas.
11 Si te dicen: «¡Vente con nosotros, estemos al acecho para derramar
sangre, apostémonos contra el inocente sin motivo alguno,
12 devorémoslos vivos como el seol, enteros como los que bajan a la
fosa!;
13 ¡hallaremos toda clase de riquezas, llenaremos nuestras casas de
botín,
14 te tocará tu parte igual que a nosotros, para todos habrá bolsa
común!»:
15 no te pongas, hijo mío, en camino con ellos, tu pie detén ante su
senda,
16 = porque sus pies corren hacia el mal y a derramar sangre se
apresuran; =
17 pues es inútil tender la red a los ojos mismos de los pajarillos.
18 Contra su propia sangre están acechando, apostados están contra
sus propias vidas.
19 Esa es la senda de todo el que se entrega a la rapiña: ella quita la
vida a su propio dueño.
20 La Sabiduría clama por las calles, por las plazas alza su voz,
21 llama en la esquina de las calles concurridas, a la entrada de
las
puertas de la ciudad pronuncia sus discursos:
22 «¿Hasta cuándo, simples, amaréis vuestra simpleza y arrogantes os
gozaréis en la arrogancia y necios tendréis odio a la ciencia?
23 Convertíos por mis reprensiones: voy a derramar mi espíritu para
vosotros, os voy a comunicar mis palabras.
24 Ya que os he llamado y no habéis querido, he tendido mi mano y
nadie ha prestado atención,
25 habéis despreciado todos mis consejos, no habéis hecho caso de
mis reprensiones;
26 también yo me reiré de vuestra desgracia, me burlaré cuando llegue
vuestro espanto,