...la Biblia de Jerusalén
Proverbios 5, 3-20
3 pues miel destilan los labios de la extraña, su paladar es más suave
que el aceite;
4 pero al fin es amarga como el ajenjo, mordaz como espada de dos
filos.
5 Sus pies descienden a la muerte, sus pasos se dirigen al seol.
6 Por no seguir la senda de la vida, se desvía por sus vericuetos sin
saberlo.
7 Así pues, hijo mío, escúchame, no te apartes de los dichos de mi
boca:
8 aleja de ella tu camino, no te acerques a la puerta de su casa;
9 no sea que ella dé tu honor a otro y tus años a un hombre cruel;
10 no se harten de tus bienes los extraños, ni paren tus fatigas en casa
del extranjero;
11 no sea que gimas a la postre cuando tu cuerpo y tu carne se
consuman,
12 y digas: «Ay de mí, que he odiado la instrucción, mi corazón ha
despreciado los reproches,
13 no he escuchado la voz de mis maestros ni he prestado oídos a los
que me instruían.
14 A punto he estado de cualquier desgracia, en medio de la asamblea
y la comunidad.»
15 Bebe el agua de tu cisterna, la que brota de tu pozo.
16 ¿Se van a desbordar por fuera tus arroyos, las corrientes de agua
por las plazas?
17 Que sean para ti solo, no para que las beban contigo los extraños.
18 - Sea tu fuente bendita. Gózate en la mujer de tu mocedad,
19 cierva amable, graciosa gacela: embriáguente en todo tiempo sus
amores, su amor te apasione para siempre.
20 ¿Por qué apasionarte, hijo mío, de una ajena, abrazar el seno de una
extraña?