9 Porque Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de
muertos y vivos.
10 Pero tú ¿por qué juzgas a tu hermano? Y tú ¿por qué desprecias a
tu hermano? En efecto, todos hemos de comparecer ante el tribunal
de
Dios,
11 pues dice la Escritura: = ¡Por mi vida!, = dice el Señor, = que toda
rodilla se doblará ante mí, y toda lengua bendecirá a Dios. =
12 Así pues, cada uno de vosotros dará cuenta de sí mismo a Dios.
13 Dejemos, por tanto, de juzgarnos los unos a los otros: juzgad más
bien que no se debe poner tropiezo o escándalo al hermano. -
14 Bien sé, y estoy persuadido de ello en el Señor Jesús, que nada hay
de suyo impuro; a no ser para el que juzga que algo es impuro, para ése si
lo hay -.
15 Ahora bien, si por un alimento tu hermano se entristece, tú no
procedes ya según la caridad. ¡Que por tu comida no destruyas a aquel por
quien murió Cristo!
16 Por tanto, no expongáis a la maledicencia vuestro privilegio.
17 Que el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y
gozo en el Espíritu Santo.
18 Toda vez que quien así sirve a Cristo, se hace grato a Dios y
aprobado por los hombres.
19 Procuremos, por tanto, lo que fomente la paz y la mutua
edificación.
20 No vayas a destruir la obra de Dios por un alimento. Todo es puro,
ciertamente, pero es malo comer dando escándalo.
21 Lo bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer cosa que sea
para tu hermano ocasión de caída, tropiezo o debilidad.