6 Bajó a la era e hizo cuanto su suegra le había mandado.
7 Booz comió y bebió y su corazón se puso alegre. Entonces fue a
acostarse junto al montón de cebada. Vino ella sigilosamente, descubrió un
sitio a sus pies y se acostó.
8 A media noche sintió el hombre un escalofrío, se volvió y notó que
había una mujer acostada a sus pies.
9 Dijo: «¿Quien eres tú?», y ella respondió: «Soy Rut tu sierva.
Extiende sobre tu sierva el borde de tu manto, porque tienes derecho
de
rescate.»
10 El dijo: «Bendita seas de Yahveh, hija mía; tu último acto de
piedad filial ha sido mejor que el primero, porque no has pretendido
a
ningún joven, pobre o rico.
11 Y ahora, hija mía, no temas; haré por ti cuanto me digas, porque
toda la gente de mi pueblo sabe que tú eres una mujer virtuosa.
12 Ahora bien: es verdad que tengo derecho de rescate, pero hay un
pariente más cercano que yo con derecho de rescate.
13 Pasa aquí esta noche, y mañana, si él quiere ejercer su derecho, que
lo ejerza; y si no quiere, yo te rescataré, ¡vive Yahveh! Acuéstate hasta el
amanecer.»
14 Se acostó ella a sus pies hasta la madrugada; se levantó él a la hora
en que todavía un hombre no puede reconocer a otro, pues se decía: «Que
no se sepa que la mujer ha venido a la era.»
15 El dijo: «Trae el manto que tienes encima y sujeta bien.» Sujetó
ella, y él midió seis medidas de cebada y se las puso a cuestas, y él entró en
la ciudad.
16 Volvió ella donde su suegra que le dijo: «¿Cómo te ha ido, hija
mía?» Y le contó cuanto el hombre había hecho por ella,
17 y añadió: «Me ha dado estas seis medidas de cebada, pues dijo:
“No debes volver de vacío donde tu suegra.”»
18 Noemí le dijo: «Quédate tranquila, hija mía, hasta que sepas cómo
acaba el asunto; este hombre no parará hasta concluirlo hoy mismo.»