4 En efecto, en alma fraudulenta no entra la Sabiduría, no habita en
cuerpo sometido al pecado;
5 pues el espíritu santo que nos educa huye del engaño, se aleja de los
pensamientos necios y se ve rechazado al sobrevenir la iniquidad.
6 La Sabiduría es un espíritu que ama al hombre, pero no deja sin
castigo los labios del blasfemo; que Dios es testigo de sus riñones,
observador veraz de su corazón y oye cuanto dice su lengua.
7 Porque el espíritu del Señor llena la tierra y él, que todo lo mantiene
unido, tiene conocimiento de toda palabra.
8 Nadie, pues, que profiera iniquidades quedará oculto, ni le pasará
por alto la Justicia vengadora.
9 Las deliberaciones del impío serán examinadas; el eco de sus
palabras llegará hasta el Señor para castigo de sus maldades.
10 Un oído celoso lo escucha todo, no se le oculta ni el rumor de la
murmuración.
11 Guardaos, pues, de murmuraciones inútiles, preservad vuestra
lengua de la maledicencia; que la palabra más secreta no se pronuncia en
vano, y la boca mentirosa da muerte al alma.