10 Ella al justo que huía de la cólera de su hermano le guió por
caminos rectos; le mostró el reino de Dios y le dio el conocimiento de cosas
santas; le dio éxito en sus duros trabajos y multiplicó el fruto de sus
fatigas;
11 le asistió contra la avaricia de sus opresores y le enriqueció;
12 le preservó de sus enemigos y le protegió de los que le tendían
asechanzas; y le concedió la palma en un duro combate para enseñarle que
la piedad contra todo prevalece.
13 Ella no desamparó al justo vendido, sino que le libró del pecado;
14 bajó con él a la cisterna y no le abandonó en las cadenas,
hasta
entregarle el cetro real y el poder sobre sus tiranos,
hasta mostrar
mentirosos a sus difamadores y concederle una gloria eterna.
15 Ella libró de una nación opresora a un pueblo santo y a una raza
irreprochable.
16 Entró en el alma de un servidor del Señor e hizo frente a reyes
temibles con prodigios y señales;
17 pagó a los santos el salario de sus trabajos; los guió por un camino
maravilloso, fue para ellos cobertura durante el día y lumbre de
estrellas
durante la noche;
18 les abrió paso por el mar Rojo y los condujo a través de las
inmensas aguas,
19 mientras a sus enemigos los sumergió y luego los hizo saltar de las
profundidades del abismo.
20 De este modo los justos despojaron a los impíos; entonaron cantos,
Señor, a tu santo Nombre y unánimes celebraron tu mano protectora,
21 porque la Sabiduría abrió la boca de los mudos e hizo claras las
lenguas de los pequeñuelos.