6 Ella, en el exterminio de los impíos, libró al justo cuando escapaba
del fuego que bajaba sobre Pentápolis.
7 Como testimonio de aquella maldad queda todavía una tierra
desolada humeando, unas plantas cuyos frutos no alcanzan sazón a su
tiempo, y, como monumento de un alma incrédula, se alza una columna de
sal.