18 o bien fieras desconocidas, entonces creadas, llenas de furor,
respirando aliento de fuego, lanzando humo hediondo o despidiendo de sus
ojos terribles centellas,
19 capaces, no ya de aniquilarlos con sus ataques, sino de destruirlos
con sólo su estremecedor aspecto.
20 Y aun sin esto, de un simple soplo podían sucumbir, perseguidos
por la Justicia, aventados por el soplo de tu poder. Pero tú todo lo dispusiste
con medida, número y peso.
21 Pues el actuar con inmenso poder siempre está en tu mano. ¿Quién
se podrá oponer a la fuerza de tu brazo?
22 Como lo que basta a inclinar una balanza, es el mundo entero en tu
presencia, como la gota de rocío que a la mañana baja sobre la tierra.
23 Te compadeces de todos porque todo lo puedes y disimulas los
pecados de los hombres para que se arrepientan.
24 Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces, pues, si
algo odiases, no lo habrías hecho.
25 Y ¿cómo habría permanecido algo si no hubieses querido? ¿Cómo
se habría conservado lo que no hubieses llamado?