1 Sí, vanos por naturaleza todos los hombres en quienes había
ignorancia de Dios y no fueron capaces de conocer por las cosas buenas que
se ven a Aquél que es, ni, atendiendo a las obras, reconocieron al Artífice;
2 sino que al fuego, al viento, al aire ligero, a la bóveda estrellada, al
agua impetuosa o a las lumbreras del cielo los consideraron como
dioses,
señores del mundo.
3 Que si, cautivados por su belleza, los tomaron por dioses, sepan
cuánto les aventaja el Señor de éstos, pues fue el Autor mismo de la belleza
quien los creó.
4 Y si fue su poder y eficiencia lo que les dejó sobrecogidos,
deduzcan de ahí cuánto más poderoso es Aquel que los hizo;
5 pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por
analogía, a contemplar a su Autor.
6 Con todo, no merecen éstos tan grave reprensión, pues tal vez
caminan desorientados buscando a Dios y queriéndole hallar.