17 También por decretos de los soberanos recibían culto las estatuas.
Unos hombres que, por vivir apartados, no les podían honrar en
persona,
representaron su lejana figura encargando una imagen, reflejo del rey
venerado; así lisonjearían con su celo al ausente como si presente se hallara.
18 A extender este culto contribuyó la ambición del artista y arrastró
incluso a quienes nada del rey sabían;
19 pues deseoso, sin duda, de complacer al soberano, alteró con su
arte la semejanza para que saliese más bella,
20 y la muchedumbre seducida por el encanto de la obra, al que poco
antes como hombre honraba, le consideró ya objeto de adoración.