2 Que a la nave, al fin, la inventó el afán de lucro, y la sabiduría fue el
artífice que la construyó;
3 y es tu Providencia, Padre, quien la guía, pues también en el mar
abriste un camino, una ruta segura a través de las olas,
4 mostrando así que de todo peligro puedes salvar para que hasta el
inexperto pueda embarcarse.
5 No quieres que queden inactivas las obras de tu Sabiduría; por eso,
a un minúsculo leño fían los hombres su vida, cruzan el oleaje en
una
barquichuela y arriban salvos a puerto.
6 También al principio, mientras los soberbios gigantes perecían, se
refugió en una barquichuela la esperanza del mundo, y, guiada por
tu
mano, dejó al mundo semilla de una nueva generación.
7 Pues bendito es el leño por el que viene la justicia,