3 y es tu Providencia, Padre, quien la guía, pues también en el mar
abriste un camino, una ruta segura a través de las olas,
4 mostrando así que de todo peligro puedes salvar para que hasta el
inexperto pueda embarcarse.
5 No quieres que queden inactivas las obras de tu Sabiduría; por eso,
a un minúsculo leño fían los hombres su vida, cruzan el oleaje en
una
barquichuela y arriban salvos a puerto.
6 También al principio, mientras los soberbios gigantes perecían, se
refugió en una barquichuela la esperanza del mundo, y, guiada por
tu
mano, dejó al mundo semilla de una nueva generación.
7 Pues bendito es el leño por el que viene la justicia,
8 pero el ídolo fabricado, maldito él y el que lo hizo; uno por hacerle,
el otro porque, corruptible, es llamado dios,
9 y Dios igualmente aborrece al impío y su impiedad;
10 ambos, obra y artífice, serán igualmente castigados.
11 Por eso también habrá una visita para los ídolos de las naciones,
porque son una abominación entre las criaturas de Dios, un escándalo para
las almas de los hombres, un lazo para los pies de los insensatos.
12 La invención de los ídolos fue el principio de la fornicación; su
descubrimiento, la corrupción de la vida.
13 No los hubo al principio ni siempre existirán;
14 por la vanidad de los hombres entraron en el mundo y, por eso,
está decidido su rápido fin.