11 porque desconoció al que le modeló a él, al que le inspiró un alma
activa y le infundió un espíritu vivificante.
12 Piensa que la existencia es un juego de niños y la vida, un
lucrativo mercado: «Es preciso ganar, dice, por todos los medios, aun
malos.»
13 Este hombre más que nadie sabe que peca, como quien de una
misma masa de tierra fabrica frágiles piezas y estatuas de ídolos.
14 Insensatos todos en sumo grado y más infelices que el alma de un
niño, los enemigos de tu pueblo que un día le oprimieron;
15 como que tuvieron por dioses a todos los ídolos de los gentiles,
que no pueden valerse de los ojos para ver, ni de la nariz para respirar, ni de
los oídos para oír, ni de los dedos de las manos para tocar, y sus pies son
torpes para andar.
16 Al fin, un hombre los hizo, uno que recibió en préstamo el espíritu
los modeló; y no hay hombre que modele un dios igual a sí mismo;
17 mortal como es, un ser muerto produce con sus manos impías.
Vale ciertamente más que las cosas que adora: él, un tiempo al menos, goza
de vida, ellos jamás.
18 Adoran, además, a los bichos más repugnantes que en estupidez
superan a todos los demás;