3 Pues el conocerte a ti es la perfecta justicia y conocer tu poder, la
raíz de la inmortalidad.
4 A nosotros no nos extraviaron las creaciones humanas de un arte
perverso, ni el inútil trabajo de los pintores, figuras embadurnadas
de
colores abigarrados,
5 cuya contemplación despierta la pasión en los insensatos que
codician la figura sin aliento de una imagen muerta.