4 A nosotros no nos extraviaron las creaciones humanas de un arte
perverso, ni el inútil trabajo de los pintores, figuras embadurnadas
de
colores abigarrados,
5 cuya contemplación despierta la pasión en los insensatos que
codician la figura sin aliento de una imagen muerta.
6 Apasionados del mal son y dignos de tales esperanzas los que las
crean, los que las codician, los que las adoran.
7 Un alfarero trabaja laboriosamente la tierra blanda y modela
diversas piezas, todas para nuestro uso; unas van destinadas a usos nobles,
otras al contrario, pero todas las modela de igual manera y de la
misma
arcilla. Sobre el servicio diverso que unas y otras han de prestar,
es el
alfarero quien decide.
8 Pero luego - ¡mala pena que se toma! - de la misma arcilla modela
una vana divinidad. Y la modela él, que poco ha nació de la tierra
y que
pronto habrá de volver a la tierra de donde fue sacado, cuando le reclamen
la devolución de su alma.
9 Pero no se preocupa de que va a morir, de que es efímera su vida;
antes rivaliza con orfebres y plateros, imita las obras del broncista
y se
ufana de modelar falsificaciones.
10 Escoria es su corazón, más vil que la tierra su esperanza, más
abyecta que la arcilla su vida,
11 porque desconoció al que le modeló a él, al que le inspiró un alma
activa y le infundió un espíritu vivificante.
12 Piensa que la existencia es un juego de niños y la vida, un
lucrativo mercado: «Es preciso ganar, dice, por todos los medios, aun
malos.»
13 Este hombre más que nadie sabe que peca, como quien de una
misma masa de tierra fabrica frágiles piezas y estatuas de ídolos.
14 Insensatos todos en sumo grado y más infelices que el alma de un
niño, los enemigos de tu pueblo que un día le oprimieron;
15 como que tuvieron por dioses a todos los ídolos de los gentiles,
que no pueden valerse de los ojos para ver, ni de la nariz para respirar, ni de
los oídos para oír, ni de los dedos de las manos para tocar, y sus pies son
torpes para andar.