9 Incluso cuando otro espanto no les atemorizara, sobresaltados por el
paso de los bichos y el silbido de los reptiles,
10 se morían de miedo, y rehusaban mirar aquel aire que de ninguna
manera podían evitar.
11 Cobarde es, en efecto, la maldad y ella a sí misma se condena;
acosada por la conciencia imagina siempre lo peor;
12 pues no es otra cosa el miedo sino el abandono del apoyo que
presta la reflexión;
13 y cuanto menos se cuenta con los recursos interiores, tanto mayor
parece la desconocida causa que produce el tormento.
14 Durante aquella noche verdaderamente inerte, surgida de las
profundidades del inerte Hades, en un mismo sueño sepultados,
15 al invadirles un miedo repentino e inesperado, se vieron, de un
lado, perseguidos de espectrales apariciones y, de otro, paralizados
por el
abandono de su alma.