13 Mantenidos en absoluta incredulidad por los artificios de la magia,
acabaron por confesar, ante la muerte de sus primogénitos, que aquel
pueblo era hijo de Dios.
14 Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía y la noche se
encontraba en la mitad de su carrera,
15 tu Palabra omnipotente, cual implacable guerrero, saltó del cielo,
desde el trono real, en medio de una tierra condenada al exterminio.
Empuñando como afilada espada tu decreto irrevocable,
16 se detuvo y sembró la muerte por doquier; y tocaba el cielo
mientras pisaba la tierra.
17 Entonces, de repente, sueños y horribles visiones les sobresaltaron,
les sobrevinieron terrores imprevistos.
18 Aquí y allá tendidos, ya moribundos, daban a conocer la causa de
su muerte,
19 pues los sueños que les habían pertubado, se lo habían indicado a
tiempo para que no muriesen sin saber la razón de su desgracia.
20 También a los justos les alcanzó la prueba de la muerte; una
multitud de ellos pereció en el desierto. Pero no duró la Cólera
mucho
tiempo,