1 Pero, sobre los impíos, descargó hasta el fin una ira
sin
misericordia, pues Dios sabía de antemano lo que iban a tramar:
2 que, luego de permitir marchar a su pueblo y apremiarle en su
partida, mudando de parecer, saldrían a perseguirle.
3 Ocupados estaban todavía en su duelo y lamentándose junto a las
tumbas de sus muertos, cuando concibieron otro proyecto insensato: a los
que con ruegos despacharon, dieron en perseguirlos como fugitivos.
4 Una justa fatalidad los arrastraba a tales extremos y les borraba el
recuerdo de los sucesos precedentes; así completarían con un nuevo castigo
lo que a sus tormentos faltaba,
5 así mientras tu pueblo gozaba de un viaje maravilloso, ellos
encontrarían una muerte extraña.