4 Una justa fatalidad los arrastraba a tales extremos y les borraba el
recuerdo de los sucesos precedentes; así completarían con un nuevo castigo
lo que a sus tormentos faltaba,
5 así mientras tu pueblo gozaba de un viaje maravilloso, ellos
encontrarían una muerte extraña.
6 Pues para preservar a tus hijos de todo daño, la creación entera,
obediente a tus órdenes, se rehízo de nuevo en su propia naturaleza.
7 Se vio una nube proteger con su sombra el campamento, emerger
del agua que la cubría una tierra enjuta, del mar Rojo un camino expedito,
una verde llanura del oleaje impetuoso,
8 por donde, formando un solo pueblo, pasaron los que tu mano
protegía mientras contemplaban tan admirables prodigios.
9 Como caballos se apacentaban, y retozaban como corderos
alabándote a ti, Señor que los habías liberado.