8 Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos y sobre ellos el
Señor reinará eternamente.
9 Los que en él confían entenderán la verdad y los que son fieles
permanecerán junto a él en el amor, porque la gracia y la misericordia son
para sus santos y su visita para sus elegidos.
10 En cambio, los impíos tendrán la pena que sus pensamientos
merecen, por desdeñar al justo y separarse del Señor.
11 Desgraciados los que desprecian la sabiduría y la instrucción;
vana es su esperanza, sin provecho sus fatigas, inútiles sus obras;
12 sus mujeres son insensatas, malvados sus hijos, maldita su
posteridad.
13 Dichosa la estéril sin mancilla, la que no conoce lecho de pecado;
tendrá su fruto en la visita de las almas.
14 Dichoso también el eunuco que con sus manos no obra iniquidad
ni fomenta pensamientos perversos contra el Señor; por su fidelidad se
le
dará una escogida recompensa, una herencia muy agradable en el Santurario
del Señor.
15 Que el fruto de los esfuerzos nobles es glorioso, imperecedera la
raíz de la prudencia.
16 En cambio los hijos de adúlteros no llegarán a sazón, desaparecerá
la raza nacida de una unión culpable.
17 Si viven largos años, no alcanzarán estima alguna y al fin su
ancianidad carecerá de honor.
18 Y si mueren pronto, no tendrán esperanza ni consuelo en el día de
la sentencia,