5 se quebrarán sus ramas todavía tiernas, inútiles serán sus frutos, sin
sazón para comerlos, para nada servirán.
6 Que los hijos nacidos de sueños culpables son testigos, en su
examen, de la maldad de los padres.
7 El justo, aunque muera prematuramente, halla el descanso.
8 La ancianidad venerable no es la de los muchos días ni se mide por
el número de años;
9 la verdadera canicie para el hombre es la prudencia, y la edad
provecta, una vida inmaculada.
10 Agradó a Dios y fue amado, y como vivía entre pecadores, fue
trasladado.
11 Fue arrebatado para que la maldad no pervitiera su inteligencia o
el engaño sedujera su alma;
12 pues la fascinación del mal empaña el bien y los vaivenes de la
concupiscencia corrompen el espíritu ingenuo.
13 Alcanzando en breve la perfección, llenó largos años.
14 Su alma era del agrado del Señor, por eso se apresuró a sacarle de
entre la maldad. Lo ven las gentes y no comprenden, ni caen en cuenta
15 que la gracia y la misericordia son para sus elegidos y su
visita
para sus santos.
16 El justo muerto condena a los impíos vivos, y la juventud pronto
consumada, la larga ancianidad del inicuo.
17 Ven la muerte del sabio, mas no comprenden los planes del Señor
sobre él ni por qué le ha puesto en seguridad;
18 lo ven y lo desprecian, pero el Señor se reirá de ellos.
19 Después serán cadáveres despreciables, objeto de ultraje entre los
muertos para siempre. Porque el Señor los quebrará lanzándolos de cabeza,
sin habla, los sacudirá de sus cimientos; quedarán totalmentes
asolados,
sumidos en el dolor, y su recuerdo se perderá.
20 Al tiempo de dar cuenta de sus pecados irán acobardados, y sus
iniquidades se les enfrentarán acusándoles.