12 como flecha disparada al blanco; el aire hendido refluye al instante
sobre sí y no sabe el camino que la flecha siguió.
13 Lo mismo nosotros: apenas nacidos, dejamos de existir, y no
podemos mostrar vestigio alguno de virtud; nos gastamos en
nuestra
maldad.»
14 En efecto, la esperanza del impío es como brizna arrebatada por el
viento, como espuma ligera acosada por el huracán, se desvanece como el
humo con el viento; pasa como el recuerdo del huésped de un día.
15 Los justos, en cambio, viven eternamente; en el Señor está su
recompensa, y su cuidado a cargo del Altísimo.
16 Recibirán por eso de mano del Señor la corona real del honor y la
diadema de la hermosura; pues con su diestra los protegerá y los escudará
con su brazo.
17 Tomará su celo como armadura, y armará a la creación para
rechazar a sus enemigos;
18 por coraza vestirá la justicia, se pondrá por casco un juicio sincero,
19 tomará por escudo su santidad invencible,
20 afilará como espada su cólera inexorable, y el universo saldrá con
él a pelear contra los insensatos.