3 Se dirán mudando de parecer, gimiendo en la angustia de su
espíritu:
4 «Este es aquel a quien hicimos entonces objeto de nuestras burlas, a
quien dirigíamos, insensatos, nuestros insultos. Locura nos pareció su vida
y su muerte, una ignominia.
5 ¿Cómo, pues, ha sido contado entre los hijos de Dios y tiene su
herencia entre los santos?
6 Luego vagamos fuera del camino de la verdad; la luz de la justicia
no nos alumbró, no salió el sol para nosotros.
7 Nos hartamos de andar por sendas de iniquidad y perdición,
atravesamos desiertos intransitables; pero el camino del Señor, no lo
conocimos.
8 ¿De qué nos sirvió nuestro orgullo? ¿De qué la riqueza y la
jactancia?
9 Todo aquello pasó como una sombra, como noticia que va
corriendo;
10 como nave que atraviesa las aguas agitadas, y no es posible
descubrir la huella de su paso ni el rastro de su quilla en las olas;
11 como pájaro que volando atraviesa el aire, y de su vuelo no se
encuentra vestigio alguno; con el golpe de sus remos azota el aire ligero, lo
corta con agudo silbido, se abre camino batiendo las alas y después, no se
descubre señal de su paso;
12 como flecha disparada al blanco; el aire hendido refluye al instante
sobre sí y no sabe el camino que la flecha siguió.
13 Lo mismo nosotros: apenas nacidos, dejamos de existir, y no
podemos mostrar vestigio alguno de virtud; nos gastamos en
nuestra
maldad.»
14 En efecto, la esperanza del impío es como brizna arrebatada por el
viento, como espuma ligera acosada por el huracán, se desvanece como el
humo con el viento; pasa como el recuerdo del huésped de un día.
15 Los justos, en cambio, viven eternamente; en el Señor está su
recompensa, y su cuidado a cargo del Altísimo.